Esto es un post serio.
Imaginen la siguiente situación:
Se encuentran en su casa, a las 8:30 de la noche, mientras van preparando la cena y se alistan para descansar. Ya han comido y uno de los miembros de su familia aún no llega. Ha de haberse topado con un amigo, piensan, y es hasta casi medianoche en que empiezan a preocuparse. Todas esas horas despiertan una profunda y punzante angustia que los atenaza cada momento más y más fuerte. Finalmente, a las 1:20 llaman a la puerta. Una mezcla de alivio y miedo pelea dentro de ustedes mientras corren a abrir. El miedo gana al ver que la persona que tocó es un policía. Con rostro apesadumbrado dice algo casi inentendible, su terror les impide asimilar correctamente el hecho de que su familiar tan querido, tan vivo y alegre, está agonizando en un hospital. Cada segundo se hace una hora mientras el carro vuela al hospital, mientras miles y miles de preguntas se agolpan en su cabeza: ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Por qué a nosotros? ¿Por qué a él/ella? ¿Quién lo hizo? ¿Por qué no fuimos más cuidadosos?...
Llegan al area de emergencia del hospital y observamos a nuestro ser amado, lo que antes era nuestra fuente de alegrías y buenos ratos, yace ahí, sangrando, repleto de sueros y conectado con cables, sondas y soportes, estimulándolo a seguir vivo. Un dolor superior a un cólico renal nos estremece de arriba a abajo. El doctor muy serio dice lo que nadie quiere escuchar. Muy grave... pronóstico reservado... depende de él/ella ahora... haremos lo que podamos... Dudo mucho... lo lamentamos...
Y finalmente, por más ruegos, rezos, medicamentos o cuidados, ese ser deja de respirar. Muere. Se nos fue. Se nos corta la respiración. La vista se nos nubla. Queremos gritar, rugir, chillar y sólo un silencio brutal y helado nos llena el alma. El que estuvo no estará más. No reirá, llorará, hará muecas, vibrará, se enfurecerá, discutirá, amará, odiará, nada. Nunca más.
Ni mil litros de lágrimas pueden lavar el dolor salvaje, la ira infinita que nos mordisquea el pecho. Nos fue arrebatado sin más ni más. El que logra mejor mantener la cordura en este desgarrador momento pregunta balbuceante al policía la causa de la muerte.>La respuesta es contundente: Una banda de Latin King/Ñetas/etc, lo apuñaló hasta matarlo, aparentemente porque no quiso darles un euro para sus drogas.Ya sabemos entonces a quién dirigir nuestro justificado y aullante odio, rencor y rabia. A esos delincuentes. Al que lo /los mataron.
Y pasamos a ser otro número, otra estadística, otra crónica roja. Simplemente eso. Seremos el titular del noticiero, nuestro ser querido tendrá 15 minutos de fama póstumos.Ahora, de repente, nos enteramos que la policía atrapó a los asesinos y que confesaron el crimen. Nos precipitamos a verlos. Las caras de los que cortaron la vida de nuestro querido. Ahí están. Rostros ceñudos, fruncidos, de ojos enrojecidos y burlones. Les da lo mismo lo que hicieron. Lo hicieron por la "Raza". Por machos. Por valientes. Incluso hacen gestos de burla hacia nosotros gritándonos que también correremos la misma suerte, sea en sus manos cuando les liberen, o sea con sus "hermanos" cuando pasen el dato.Es cuando viene la disyuntiva: ¿Qué hacer con estos hijos de puta?
1. Podríamos respetar sus derechos humanos. Son personas y deben ser tratados como tales. A pesar que destrozaron nuestra vida, nosotros no tenemos derecho a perjudicarles porque sólo Dios da y quita vida. Además son jóvenes y deben ser rehabilitados. Porque hay muchos que creen que ellos sólo buscan llamar la atención, hacer ruido y rebelarse contra el sistema. Y en el fondo son buenitos. Hay que defender la santidad de la vida, la integración de las sociedades y el progreso y el bienestar. Esos pobres muchachos son almas incomprendidas, frutos de una sociedad en decadencia, víctimas del sistema. Por ende, hay que tratarles de la mejor manera posible y siempre, SIEMPRE, respetando sus derechos humanos.
2. La otra altenativa: LA mala hierba se la corta de raíz. Un día de "rehabilitación" cuesta 500 dólares pero una bala apenas 50 centavos. Las sociedades que frenaron inmediatamente a sus delincuentes fueron más tranquilas que las que fueron indolentes. Consideremos a la delincuencia (LK y Ñetas incluidos) como un cáncer. Si ustedes tuvieran cáncer, ¿lo tratarían de convertir de nuevo en tejido útil e inocuo? ¿Defenderían a capa y espada su derecho a subsistir por el hecho de estar vivos? No. Van con el cirujano y se lo corta. Se lo borra por completo. Toda la naturaleza desecha o elimina lo falloso, lo ineficaz, lo incorrecto. En beneficio de lo que sí sirve y es mejor. Nosotros, al inventar la "piedad y compasión", el cual es usado por muchos como pretexto para ganarse su parcelita en el cielo y quedar como un gran tipo, dejamos proliferar y pulular a sus anchas a los defectuosos, de todas las razas. De cada raza, sea blanca, negra, mestiza, asiática, hay elementos de provecho y> los que están de más. Delincuentes. Seres podridos que nos atacan y nuestros derechos humanos se los pasan por los huevos.
Yo escojo la segunda alternativa. ¿Ustedes? ¿O tienen una tercera alternativa?
No comments:
Post a Comment